-Señorita, pase, por favor-invitó la señora Benizaldo
Vania Zoastro entró en el despacho del padre Leonidas y con ella un suave perfume de lilas y sonido de alhajas. Con una amplia sonrisa, la teóloga y oriunda de TRIANA, saludó a su futuro compañero de viaje.
-Vania Zoastro. Es un gusto conocerlo –saludó la joven extendiendo su mano.
El sacerdote alargó la suya también y no pudo evitar fijarse en sus grandes ojos verdes y compararla inmediatamente con su antepasado Niro de Zoastro, Canciller de Triana.
Leonidas le ofreció asiento en uno de los sofás de su oficina y se sentó junto a ella.
-Muchas gracias por recibirme, padre-dijo Vania al tiempo que descolgaba su cartera desde su hombro.
-Gracias a usted por aceptar acompañarme a Triana. Espero no haberla importunado.
-No se preocupe, padre. Con Delia somos muy amigas y ahora que me necesita, no puedo dejarla sola.
-Claro, claro-asintió el padre Walzemüller. Señorita Zoastro, usted sabe que iremos a Triana por unas dos semanas....Tengo contactado al Superior de la congregación donde está el hermano de sor Delia .Luego, planificaremos el traslado del muchacho a algún lugar cerca para luego volver.
-No se preocupe, padre. Verá, Delia me pidió que fuera por dos razones; una, porque soy una amiga de confianza y otra, porque conozco el lugar....tengo una residencia en Triana, es una campiña muy acogedora, el lugar es precioso y apropiado para que Daniel se recupere. Le gustará a usted también.
El padre se sorprendió un momento. La hermana Delia no le había hablado de eso, pero en fin, luego la llamaría para confirmar la visita de Vania y ponerse al tanto de nuevos detalles acerca del viaje.
-Ah, por supuesto. Usted tiene razón.
-Delia, me pidió algo, padre...
Leonidas trató de evitar seriedad con una sonrisa. Presentía un inconveniente.
-Dígame .
-Yo sé que usted es de toda su confianza y que si no fuera por su trabajo, tesón e insistencia... nunca habría encontrado a su hermano...sin embargo, me ha pedido que le acompañe desde su primera visita a la congregación, para ver a Daniel e informarle como está. Quiere saber todo en forma simultánea, ¿me entiende?
Leonidas levantó las cejas .Iba a decir algo, pero se contuvo.
-Vaya, está más ansiosa de lo que creí. Tengo contemplado entregarle un informe completo sobre el viaje, como siempre. Pero, le entiendo , señorita.
Vania Zoastro se apretó el labio. Sintió algo de vergüenza al contrariar al sacerdote.
-Entonces, ¿puedo acompañarlo al monasterio para ver a Daniel?
El padre se llevó la mano al mentón pensativo. ¿Una mujer en el monasterio de la Orden Hermética? El superior jamás lo aceptaría. Al padre ya comenzaba a preocuparle el comportamiento aprehensivo de la hermana Delia.
-Señorita, Zoastro ...
-Con todo respeto-interrumpió la hermana-Si usted desea, llámeme sólo Vania.
-VANIA...Mire, no sé si usted conoce el lugar donde está el hermano de sor Delia.
-Algo me dijo ella. Es la Congregación de la Orden Hermética.
-Exacto. Mire, no fue fácil acceder a ella para encontrar a Daniel. Sólo permitieron que uno de mis colegas entrara y viera al muchacho. Luego, entré a la congregación para apoyar la entrevista al superior y al médico que atendió a Daniel. Pero usted sabe cuales son las reglas.
Lo que quiero decir es que el informe diario que le está solicitando la hermana no va a ser posible.
-Lo comprendo. La ORDEN HERMÉTICA por cientos de años ha funcionado así. No se permiten cámaras, no existen filmaciones de los monjes, ni de su vida dentro del monasterio. Por ello también se ha prestado para muchas leyendas y suspicacias...
-La Orden Hermética no es ajena a la Santa Orden, Vania. Está subordinada a ella.
-¿Qué tanto acceso tienen a ella para saber si cumplen con los ordenamientos?
-Señorita Zoastro...
Vania percibió el reproche en la voz del sacerdote.
-Si lo desea...puede alojar en la aldea de la congregación
-¡Oh, cierto!-exclamó Vania. Es un poblado pequeño donde la Orden Hermética tiene una escuela para los niños que viven cerca del muelle La Paz.
-Cierto, el famoso Muelle...De su tatara, tatara...antepasado
-Sí, Niro de Zoastro.
-Es increíble el parecido que tiene usted con él.
-¿Ha visto retratos de él?
-Sí, hace diez años visité por última vez Triana...Fui al museo en esa ocasión.
-Durante el viaje podríamos hablar más acerca de eso, me gustaría que me contara algo sobre sus antepasados, padre
Leonidas se sonrojó. Comprendió en ese instante que estaba frente a una mujer astuta. La hermana Delia tenía tal vez motivos para incluirla en el viaje...¿desconfianza?.
Luego de despedir cordialmente a Vania Zoastro, Leonidas se fue a almorzar con su secretaria para dejarle al tanto de su viaje y pedirle ayuda para preparar su equipaje. La señora Benizaldo ya estaba acostumbrada a los constantes paseos de su “jefe” y de lo distraído que era con sus maletas.
-Padre,-le dijo su secretaria durante el almuerzo-usted ya no es un niño.¿Cómo olvidarse de ESO que es tan importante para usted?.¡Es cómo mucho!
-Ximena, usted sabe. La semana pasada fue una locura ¿Cómo iba a preocuparme si llevaba...?
-Yo lo excomulgaría por eso-dijo la señora Benizaldo con seriedad.
-Debiera pertenecer a la inquisición usted,¿sabe?.
Ambos se rieron Leonidas llevaba cuatro años trabajando con la señora Ximena Benizaldo. Hace dos que era su jefe y no podía negar la tremenda ayuda que la mujer le prestaba. Desde contactarlo con las más altas autoridades de la Orden hasta prepara sus calzoncillos para viajar.
-Espero, que cuando cumpla los treinta, aterrice un poco más.
-Para eso tendría que esperar unos...¿tres años?
-Podría comenzar ahora ¿no cree?.Usted es muy confiado, padre. Cada caso que le dan es más difícil que el otro. El de ahora, por ejemplo,¿No se supone que con el encuentro del chiquillo se terminaba todo?.¿Por qué tiene que viajar? De pura buena gente no más. Amí este asunto no me gusta nada, padre
-El trabajo debe ser bien terminado, Ximena. No soy un detective de esos que se contratan para encontrar personas y cobrar su cheque. Soy hombre de iglesia, siempre hay algo más que hacer por los demás. Imagínate...todos los casos que hemos resuelto...a todas las personas de la Orden que hemos ayudado.
-Pero usted es la cara y el que más se desgasta...
-Así tiene que ser...
Cuando volvieron al despacho se encontraron de frente con la alta y fría figura de su compañero de labores el padre Marcos Massi.
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